Por Fátima Rodríguez
El presidente Fernando Lugo recibió el jueves último a la delegación de paraguayos que viajó desde Buenos Aires para apoyar la candidatura de Gabriel Enciso para embajador en la República Argentina. “Queremos un representante que conozca los males de la institución y cuente con el apoyo de la comunidad, que trabaje de cerca con las organizaciones y que cumpla con los objetivos de la relación estado-estado entre Paraguay y Argentina”, explicó al presidente Leonor Duarte, militante del Partido Revolucionario Febrerista.
Por su parte, Pedro Leiva, del Movimiento Tekojoja tomó la palabra para expresar el apoyo de ese espacio político a Enciso y a las decisiones del presidente Lugo.
Gabriel Enciso es candidato a Embajador de Paraguay en Argentina. Su nombramiento lleva meses de negociaciones y el Senado se ha negado a tratarlo en sesión. Finalmente, la semana pasada, el Poder Ejecutivo debió retirar el pedido de nombramiento porque no contaba con los votos necesarios para su aprobación. Después de escuchar a los migrantes, Lugo ratificó su postura de no retirar la candidatura de Gabriel Enciso. “Las negociaciones continuarán y en 15 días más, volveríamos a presentar nuevamente este pedido al Senado”, dijo Fernando al señalar que es un gesto hacia las reivindicaciones de los migrantes en cuánto al derecho de participar en los destinos del país.
Gabriel Enciso abraza a Fernando Lugo durante el congreso de Migrantes. (Archivo APE)
POLÍTICA EXTERIOR Y CORRUPCIÓN
Uno de los ejes principales del gobierno de Fernando Lugo ha sido el cambio en la Política Exterior del Paraguay. De hecho, una de las banderas de los pocos e importantes logros después del coloradismo ha sido la puesta en debate y la renegociación del tratado de Itaipú con Brasil y Yacyretâ con Argentina. “La soberanía energética” es una política pública que ha logrado apoyo y apropiación popular en la sociedad paraguaya aún en los lugares dónde el desinterés político se roza con la desinformación.
Dentro la Política Exterior, también se ha incluido la voluntad de ofrecer un mejor servicio exterior. En este punto, la Ley de la Función Pública y sus reglamentaciones no han favorecido los intereses de cambio de este gobierno. Bajo el “paraguas” de la “carrera diplomática” se ha debido sortear a los funcionarios que vienen desde la época de la dictadura y reacomodarlos como si los años de mal servicio y denuncias no probadas de corrupción fueran sinónimos de “meritocracia”.
Los puestos en las embajadas y los consulados siempre han sido botines políticos para los partidos tradicionales. Las dependencias de Cancillería en Buenos Aires tienen la característica de un “ente recaudador” importante para el fisco, pues Argentina representa la ruta más importante de comercio exterior del Paraguay. Por otro lado, es este el principal destino de los migrantes expulsados por la economía paraguaya, basada en el monocultivo de soja y el exterminio de los llamados “pequeños productores”.
El gobierno de Fernando Lugo ha demostrado voluntad para el cambio de la Política Exterior, sin embargo, evidentemente la silla del presidente tiene una pata corta y es la capacidad de negociación. El último gesto de esa voluntad es el rechazo al pedido de inmunidad a los marines de Estados Unidos quienes tenían la idea de “venir a dar apoyo humanitario” en Paraguay en plena época donde los opositores de Lugo alientan un temor a Bolivia por las reformas de sus Fuerzas Armadas.